Biologia
¿Es el hombre un mono? ¿y un simio? ¿es el mono un hombre?
Seguro que os suena la siguiente frase, a la que dediqué alguna historia:No descendemos del mono; tenemos un antepasado común con el mono
Pero se está quedando antigua y demodé. Ésta otra frase es la que hace furor ahora:
No descendemos del mono, ¡somos monos!
Aparte del furor ¿es correcta la afirmación?
Los conceptos de "mono" y "simio", y las ideas sobre las relaciones entre éstos y nuestra especie han ido cambiando de un modo interesante, pero confuso. Con Darwin la Biología se hace evolucionista, y la similitud linneana entre humanos y simios (estuvimos clasificados juntos desde el principio) es interpretada del modo correcto: no se trata de un capricho de Dios, sino de puro parentesco.
Para enfatizar dicho parentesco ante los incrédulos, algunos evolucionistas se ven tentados de modificar el significado común de las palabras "mono" o "simio", de tal manera que puedan incluir al hombre. (Las motivaciones de otros son algo menos inocentes: no es el sólo hecho científico de nuestro parentesco lo que más les interesa divulgar, sino sus propias ideas filosóficas y políticas. Con cierta frecuencia, su creencia en la animalidad instintiva e inevitable del hombre. Uno de los clásicos entre estos deterministas es Desmond Morris, con sus libros El mono desnudo (O el simio desnudo: The naked ape en inglés) y El zoo humano).
Sostengo que "mono" y "simio" son términos del lenguaje común, no categorías taxonómicas de la zoología. Originalmente sinónimos (al igual que, aparentemente, las palabras inglesas monkey y ape), designan un conjunto impreciso pero reconocible de animales: aquellos primates no humanos que son más numerosos y conocidos. En el lenguaje común, un chimpancé es un mono, y también un mandril, un macaco o un tití americano son monos. Por supuesto, el hombre no es un mono en el lenguaje común.
Ahora bien, a los zoólogos el lenguaje ordinario se les suele quedar corto, y tampoco les resulta cómodo comunicarse rígidamente en el latín de las clasificaciones. Utilizan una jerga técnica, sin valor taxonómico pero confortable, con palabras del lenguaje común a las que dan, algunas veces, un significado diferente. Y aquí es donde se complican las cosas. Porque los divulgadores científicos han adoptado esa misma jerga, a menudo mezclándola confusamente con la clasificación. Pero, además, los diccionarios y enciclopedias, en su afán por el rigor, también han asimilado parcialmente esos nuevos significados.
La jerga zoológica rompe la sinonimia entre "mono" y "simio", y entre "monkey" y "ape". Simios (y apes) pasan a ser sólo los escasos primates sin cola que forman, junto con los humanos, el grupo Hominoidea (Busquemos Hominoidea y lo encontraremos frecuentemente descrito como la suma de humanos y simios). Son simios los gibones, orangutanes, gorilas y chimpancés (y sus parientes extintos del mismo grupo, claro). Los macacos, o los babuinos, ya no son simios. Cuando se habla de "grandes simios" (o great apes) se excluye a los gibones, más pequeños, divergentes en su camino evolutivo, y probablemente menos listos también. En ocasiones, no obstante, aún es posible toparse con la expresión "grandes monos", cuyo significado es idéntico. Pero la palabra "mono", para la mayoría de zoólogos, debe restringirse a los grupos taxonómicos Platyrrhini y Cercopithecoidea. Se trata, respectivamente, de los primates americanos (todos ellos) y de un subtipo (el más numeroso) de los primates africanos y asiáticos. También suelen denominarse "monos del nuevo mundo" y "monos del viejo mundo". ¿Y qué ocurre con el resto de los primates no humanos? No son ni monos, ni simios: son los prosimios.
Esta página en inglés es muy representativa. En ella se distinguen claramente monos, simios, humanos y prosimios, según la costumbre más extendida en la divulgación actual. "Hay al menos 145 especies vivas del suborden Anthropoidea. El 90% de ellas son monos. El resto de las especies son simios y humanos. Los antropoides (miembros del suborden Anthropoidea) han sido los primates que han poblado la Tierra con más éxito. Son por lo general más grandes, más inteligentes, y tienen ojos más desarrollados que los prosimios". El ser humano no está con los monos del nuevo mundo ni con los del viejo mundo. Está junto a los llamados "simios". Según este tipo de divisiones semi-científicas (jerga técnica no taxonómica), los humanos tampoco seríamos monos.
Los legos seguirán llamando mono al orangután, aunque quizá tengan que soportar ser corregidos por el sabihondo de turno, que habrá leído en algún libro que las cosas ya no son como antes. Yo, aunque pueda dármelas también de sabihondo, me rebelo no obstante y afirmo que un chimpancé no sólo es un simio, sino también un mono, casi el prototipo de mono. Mono con todos los derechos.
La forma de explicar la diversidad de los primates que hemos visto refleja una idea de evolución lineal hoy ya anticuada: la "escala evolutiva". Cada división corresponde a un "grado evolutivo" y los monos son todos aquellos primates que, estando más "avanzados" que los prosimios, aún no son lo suficientemente parecidos al hombre. Siguen teniendo cola, tamaño pequeño y habilidades modestas en comparación con las de los simios.
La mencionada jerga no se refleja bien en las clasificaciones taxonómicas que los propios zoólogos utilizan cuando se ponen realmente rigurosos. No hay una categoría taxonómica llamada "monos" (ni su equivalente en latín); ni siquiera algo que agrupe a los monos del nuevo y del viejo mundo en una rama exclusiva. Tampoco la palabra "simios" aparece en las clasificaciones (aunque sí los prosimios: Prosimii, y hubo alguna vez un Simioidea, ahora obsoleto). Por tanto, tampoco podemos apoyarnos en la clasificación taxonómica propiamente dicha para denominarnos monos. Somos Primates, Anthropoidea, Catarrhini, Hominoidea, etc., pero no "monos". (Las aves tienen más suerte: ellas sí pueden decir que son dinosaurios, ya que existe el taxón Dinosauria y las aves, al menos en las clasificaciones cladísticas, están bien dentro de ese grupo)
¿Qué dicen los diccionarios? Probemos con el desastroso Diccionario de la Real Academia Española. Mono es, según el DRAE, un Nombre genérico con que se designa a cualquiera de los animales del suborden de los Simios. En un principio interpreté que se refieren al suborden en el que están clasificados los simios (este suborden solo puede ser Anthropoidea y sí, incluye también a los humanos. Ergo, para la RAE, el hombre podría ser un mono. Pero entonces ¿por qué usar mayúscula en "Simios"? ¡No existe un suborden llamado Simios! Si buscamos "simio" obtenemos "Primate antropoide" y "Suborden de estos animales". De un modo confuso, el DRAE aparentemente iguala simios, monos, y la categoría taxonómica Anthropoidea en la que estamos alojados los humanos.
Para el diccionario de inglés Webster, un monkey es "un mamífero primate no humano, frecuentemente con la excepción de los lemures y tarseros; especialmente, cualquiera de los primates más pequeños de cola larga, en contraste con los simios (apes)". Ape aparece en su primera acepción como sinónimo de monkey, y en la segunda especifica las dos familias de antropomorfos de la taxonomía tradicional, sin incluir al hombre. No somos monos, por tanto, para el Webster.
Y, según la Encyclopaedia Britannica, un monkey es "en general, cualquiera de las casi 200 especies de primates con cola, con la excepción de los lemures, tarseros y loris (...) La Enciclopedia Británica on line distingue monkeys y apes, y además incluye a los seres humanos dentro de los apes. ¡Es decir, no seríamos monos, sino simios!
Espero haber mostrado que ni el lenguaje común, ni la jerga zoológica, ni la clasificación taxonómica permiten afirmar con rigor que el hombre sea un mono. Habrá quien piense que no puedo hablar de lenguaje común si tengo en contra a los diccionarios, pero los diccionarios no se ponen de acuerdo por el momento y la sensación que dan, al menos a mí, es la de una cierta confusión.
¿Quiere usted sostener, a pesar de todo, que el hombre es un mono? Entonces necesita hacer algunos malabarismos con el lenguaje:
a) Utilizar "mono" como sinónimo de "primate". Buena estrategia porque nadie duda que el hombre es un primate y, por lo tanto, también sería un mono.
b) Utilizar "mono" como sinónimo de Anthropoidea. Es el mismo tipo de trampa, algo más refinada.
c) Enarbolar las liosas definiciones del Diccionario de la Real Academia Española (pero no permita que nadie busque "homínido" o "dinosaurio", porque perdería credibilidad).
c) Convencer a su interlocutor, con la ayuda de la Enciclopedia Británica, de que el hombre es un simio. Después, esconder la Enciclopedia Británica y sostener que "simio" y "mono" son sinónimos.
Para todos los casos anteriores: apoyar su discurso con las siguientes insinuaciones falaces sobre quienes niegan que el hombre sea un mono:
1.-Tienen prejuicios religiosos
2.-Les repugna la idea de cualquier tipo relación con los monos.
3.-Son arrogantes y antropocéntricos, y temen ser expulsados de su pedestal.
4.-Ignoran la evolución
2004-09-13 | Haz un comentario (hay 316)
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