Al ver la foto, es comprensible la creencia de varios pueblos del Hemisferio Norte, los cuales creían que los osos eran los animales más próximos a los humanos, e incluso sus antepasados. Como se dijo de ciertas dinastias escandinavas durante la Edad Media.
O como escribio Felix Rodríguez de la Fuente en su Fauna:
«No puede negarse que el plantígrado, capaz de erguirse y caminar algunos pasos sobre las patas posteriores, dotado de gran inteligencia y adaptabilidad, en un mundo donde los primates no existían, debió ser considerado por el hombre primitivo como el animal más semejante a él y, por consiguiente, como el más admirable, temible y, al mismo tiempo, execrable, porque estas antagónicas manifestaciones de ánimo son desencadenadas en el hombre por aquella criatura que , por resultarle más semejante, es considerada también como el competidor más directo y el trofeo más preciado.»
Y de ahí, al mito del Yeti.
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